viernes, 6 de mayo de 2011

Sobre el alambre

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

A Virxen de Guadalupe
cuando vai po la riveira
descalciña po l'area
parece unha rianxeira

Sherlock Holmes sin Moriarty perdía chicha. Es lo que se conoce popularmente como némesis. Si no estás al tanto del lenguaje de la calle, te lo explico: es ese archienemigo contra el que tienes que luchar para demostrar tu grandeza. ¿Más? Es tu quinto gin tonic, tu casero, el teleoperador que te llama a la hora de la siesta.
Jean-François Gravelet-Blondin tenía a William Leonard Hunt. Dicho así, a lo mejor no te suenan de nada pero, ¿y si te digo Blondin y El Gran Farini? Ya es otra cosa, ¿eh? ¿Te acuerdas de cuando el siglo pasado era el XIX? Pues sitúate allí, en los años 60.
Blondin se había hecho un nombre subido a un alambre. Se dedicaba a salvar ciertos obstáculos caminando sobre él como, por ejemplo, las cataratas del Niágara. No he estado, pero las ves por la tele y se te ocurren otros sitios para bañarte. El tipo, como si nada, tensaba el asunto y se daba sus paseítos. Hasta que llegó El Gran Farini.
El Gran Farini era un vivales al que su padre intentó meter en vereda con tanto éxito como el de Pocholo. En una de sus correrías decidió que le iba a plantar cara al tal Blondin. Así que se acercó hasta las cataratas y se dedicó a hacer sus caminatas mientras le sacaba la lengua al otro señor.
Blondin, que tenía unos prontos tremendos, dijo "¿ah, sí?", se echó a la espalda a un señor corpulento y repitió el trayecto. Farini se buscó a uno todavía más corpulento. Blondin se llevó un hornillo y se hizo una tortillita en mitad de las cataratas. El Gran Farini se agenció una lavadora, subió un cubo de agua e hizo la colada... A esas alturas, aquello parecía ya la Semana del Hogar de El Corte Ingles. A punto estuvieron de edificar y todo. Al final, aburridos, se fueron el uno a Londres y el otro a patearse los Estados Unidos.
La fuerza de la costumbre convierte lo extraordinario en fácil. O en normal. Pues vale. Hay días que uno se levanta de muy buen humor y, a pesar de eso, lo hace con el pie izquierdo. Te dejo que resuelvas el dilema. Una pista: ¿tú has visto los datos del paro? Estas coplillas van para ti, que sí que sabes vivir sobre el alambre.



Y para ti, ¡bombón!:




Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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