Queridas queridísimas y queridos queridísimos,
Perdóname,
no sabía lo que hacía.
Pérdoname,
la culpa ha sido solo mía.
No sé cómo pedir disculpas por lo que estoy a punto de hacer. Los perdones brotan de mis labios antes incluso de abrir la boca. Porque hoy, criaturitas, voy a cometer una infamia. Por lo menos. El Villas ha insistido una y otra vez. Incluso jugó la carta de Lali. Hazlo por ella, decía. Y yo: no lo veo, no lo veo. Y él: tú sabrás.
Está bien.
Tú ganas.
Lo primero, eso sí, es lo primero (es sólo la canción del principio, pero, si queréis seguir gozando, pues diez minutitos que os lleváis):
Alea jacta est. Perdón, perdón, perdón, perdón…:
Vuelvo a poner la otra, pa que os quedéis con buen sabor de boca:
P.D.: Besos a tutiplén.
P.P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.P.D.: ¡Más besos, leñe!
viernes, 10 de octubre de 2008
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