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viernes, 12 de julio de 2013

Yin-Yang

Queridas queridísimas y queridos queridísimos

Anda diciendo tu madre
que no me quiere por nuera
en qué libro habrá leído
que yo la quiero por suegra.

Los chinos son gente polivalente. Lo mismo te hacen un gato de la suerte que un librico de pensamientos resultón. El yin-yang es uno de esos conceptos que para ellos es como para tu padre gritarle al telediario o para ti gritarle al telediario o para tus hijos y los hijos de tus hijos gritarle al telediario. Se lleva en la sangre.

La base de esta filosofía, según las cuatro primeras líneas de la wiki, viene a ser que las fuerzas opuestas no se confrontan, sino que se complementan, ya que no se puede entender la una sin la otra. Esto es una reflexión dura para un viernes, pero con un ejemplo seguro que lo pillas: frío y calor, agua y fuego, vida y muerte, GPS y discusión en el coche.

Bien, una vez que ya tienes la teoría, vamos a la práctica. O praxis, como diría Rufo, que me está apuntando por encima del hombro mientras hace unos apuntes críticos en italiano a Imperio, de Antonio Negri.

Rufo, con su lectura favorita para la siesta.

Juego de tronos es una serie de fantasía. Dicho así, parece que va de Campanilla recogiendo flores en la pradera mientras canta lindas canciones de aires isleños con las que deleitar a los lugareños de remotos parajes. Podría ser. En este caso va más de darse unas castañas como panes de pueblo.

Por ser más precisos, digamos que, en el contexto de la historia, arrancarte la cabeza en una discusión por el parking del caballo es una solución aceptable. Vamos, como en Madrid. El tiempo que no están cercenándose miembros a discreción lo emplean en encamarse entre hermanos. Una producción muy educativa, sí. Llamémosle yang.

José Luis Perales es un santo varón. Solo por escribir Y cómo es él se merece el Nobel de la Paz. La canción ya sabes de qué va. Su señora se pira con otro. Hasta ahí, como la vida misma. José Luis se huele la tostada y le pregunta antes de que ella se lo diga. Después un pequeño reproche hacia el amante de ella: "es un ladrón..." y aquí paz y después gloria. Un señor. Lo bueno viene después:
Arréglate mujer se te hace tarde
y llévate el paraguas por si llueve.
Él te estará esperando para amarte
y yo estaré celoso de perderte.

Y abrígate, te sienta bien ese vestido gris.
Sonríete, que no sospeche que has llorado.
Y déjame que vaya preparando mi equipaje.
Perdóname si te hago otra pregunta.
Puro yin. Ja.

La cosa es que Juego de tronos, al lado de esta coplilla, parece una comunión de los osos amorosos. En la serie van más por derecho. Pronuncias mal mi nombre, te eviscero, te descuartizo y verás cómo a la próxima te acuerdas.

 José Luis, no. Él va de majete comprensivo. Tururú. Chaval, eres el Da Vinci del mal. Que te imaginas a la pobre señora, en su lecho de muerte, junto con su amante con el que tuvo cinco hijos, llorando a moco tendido: "El paragüitas, el paragüitas, snif, me dijo, cógete el para...snif...güitas, y abríga...hip...te y, y, y, buaaaa, que, sob, sonriera". Y mientras, el Perales, acostándose con groupies por toda Sudamérica: "A mí es que me han hecho mucho daño".

Eso es yin-yang.



¡¡¡La canción del viernes!!! se rinde a la música electrónica de calidad. De la mano de Sergio, gracias mil, una de las mejores canciones de la historia. Esto sí que es una letra y no lo del Bob Dylan.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!
 
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