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viernes, 26 de octubre de 2012

Algonquinos

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

El jefe de la charanga
está loco de contento,
porque tiene una muchacha
que le limpia el instrumento

Manhattan se compró por cuatro duros. Bueno, por 60 florines que, al cambio actual, vendrían siendo 24 o 25 dólares. Ni idea de cómo han hecho la equivalencia, tú, pero parafraseando al grupo de economistas Siempre Así:
"Si los hombres han llegado hasta la Luna, si desde Sevilla puedo hablar con alguien que está en Nueva York, si la medicina cura lo que antes era una muerte segura, dime por qué no es posible esa conversión"
La cosa es que unos holandeses se habían asentado en la parte baja de la isla y en 1626 llegaron un acuerdo con los nativos del lugar. "Te paso unas baratijas y me quedo esto para plantar unos tulipanes, ¿te hace?". Los algonquinos no tenían muy claro lo que estaban firmando, natural, pero plantaron la rúbrica. Te lo cuentan en frío y te piensas, que lo sé: "vaya pedazo de mamones los zampaquesos estos". Ajá. Igual si les hubieran dicho que no se habrían cogido el barco de vuelta a Amsterdam, sí.

Los negocios, entonces, se hacían de otra manera. Échate solo un siglo para atrás y mira a Pizarro. El tipo se llega al Perú y trinca a Atahualpa. Este prenda, que era el masca de los incas en aquellos tiempos, tira de chequera:
- Chacho, te doy una habitación llena de oro y dos de plata si me dejas libre, que no aguanto ni un disco más de Los Chichos.
Al extremeño le empiezan a hacer los ojos chiribitas y se pone hasta cariñosón:
- Pero haberlo dicho antes, criatura. Anda, ve juntando las perras que voy a por la llave.
No habían terminado de echar la última paletá de doblones cuando ahorcaron al menda. Un trato es un trato, tú.

La María está en Nueva York. Necesitaba renovar el vestuario y se ha ido al Soho, que dice que en Londres ya no tienen prendas como las de antes. Es uno de sus tres viajes anuales inexcusables. Los otros dos son a la Semana de la Moda de París, para criticar el mal gusto de los diseñadores, y al hotel Raffles de Singapur, para liberarse del estrés.

La moza dice que va por trabajo. "Y, además, a ver por qué tengo que andar dándote explicaciones a ti", me espetó antes de dar un portazo. Hasta ahí podíamos llegar. En el momento que oí bajar el ascensor, aproveché para soltarle: "Bueno, pues vete y haz lo que te dé la real gana".

No se lo cuentes, pero ni he pulido la plata ni he sacudido las alfombras persas desde que se ha ido. Llevo toda la semana haciendo el algonquino.



La Inma se manda la coplilla de arriba, que pinchó su Sumo Sacerdote, Juan de Pablos. La Dirección, por su parte, se ha pasado la de abajo con esta presentación: "... esta simbiosis, esta unión perfecta, este sine qua non de la Canción del Viernes, entre dos monstruos del espectáculo: Julio Iglesias y Faemino". Para decirles que no a alguno de los dos. Mil gracias mil.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 5 de octubre de 2012

Alma de tango

Queridas queridísmas y queridos queridísimos,

Cuando salí de mi tierra
volví la cara cantando
porque me iba pa Francia
a tostarme de morapio

Gardel se colocaba el esmoquin, se le acoplaba a la voz y le salía arte hasta por la botonera. Los grandes son así. Tú lo oyes y es que te empapas entero de la Argentina. Tiene su guasa que naciera en Francia.

El Villas ha emigrado a París. ¿Casualidad? Vino al mundo en Madrid y ahí nos conocimos compartiendo piso. Para mí fue como caer en el Nueva York de los 70 en casa de Tony Manero. Nos hicimos amigos rápido mientras me enseñaba los ambientes más selectos del villorrio. Tenía un porfolio completísimo de tascas de fritanga y locales de apertura temprana. Una mezcla insuperable. La capital, normal, se le acabó quedando pequeña y pronto puso la vista en empresas mucho más ambiciosas.

Barcelona es una ciudad cosmopolita llena de espacios de diseño y espíritu europeo. El reto que necesitaba. Con paciencia y tesón diseñó la ruta de los locales más elegantes de toda la Ciudad Condal: Casa Rodríguez, Bar Las Marinas, El Pollo Campero, Frankfurt Nadal. Lo mejor de lo mejor. Un trabajo de entomólogo. Hasta que conoció a la Justine.

La Justine es una francesa que lo convenció para trasladarse a París. La Laly, amiguísma del chaval, cuenta que en el proceso de pelar la pava les enseñó una canción que acostumbraban a cantar a grito pelao cada vez que se soplaban unos cuantos vinos. "Póntela como homenaje", dice.

¿Un homenaje? El Villas se merece un monumento. Tú lo colocas en un páramo de Utah, echa un vistazo a su alrededor y te encuentra el mejor cocido madrileño del estado en medio minuto. Con una cerveza bien tirada. Los grandes son así. Cosas de haberse empapado España entera. Tiene su gracia que se vaya a Francia. Será el alma de tanguero. Buena suerte, mozo.



El de arriba no es el vídeo original que se ha pasado la Laly, pero es que al parecer tiene unos derechos de no se qué que hacen que no se pueda ver aquí y patatín y patatán, así que, además de al Zanini, tenéis la posibilidad de disfrutar al José Luis Moreno francés. ¿Quién da más?
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No sé si al Gardel le sentaba bien cualquier traje pero, desde luego, al Villas le sienta bien un tango. Uno en concreto. Va por ti, mozo. Abrazazo:




Besos a tutiplén.

P.D: ¡Todos somos Blanco Herrero!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!


 
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