viernes, 25 de febrero de 2011

Nuevas tecnologías

Queridas queridísmas y queridos queridísimos,

Dejaste el caballo
y lumbre te dí
y fueron dos verdes
luceros de Mayo
tus ojos pa' mí

¿Dónde estabas tú cuando Prometeo nos regaló el fuego? Los más veteranos seguro que os acordáis sin dudar. Los que nacistéis ya comiendo filetes a la plancha ni os imagináis lo que fue. Para que te hagas una idea, antes de aquello los telediarios cerraban en agosto, hartos de esperar que se incendiara un monte. Los fumadores también lo pasaban peor, por cierto.
En fin,  "La noche de los tweets", le llamaron. "@Zeús He trincado el fuego http://bit.ly/i9XwWL", "@Prometeo Ya te trincaré yo a ti http://bit.ly/dSw23e", "#fuegoVaya pasote: Prometeo encadenado con águila comiendole hígado. Día tras día. En youtube http://bit.ly/UK4O". Sí, yo tampoco me enteraba de nada.
El facebook también estaba que ardía. Allí estábamos todos haciendo piña, llevando al titán hacia la mayor de las victorias, esperando ansiosos las actualizaciones de su estado. "Me he llevado el fuego en el tallo de una cañaheja, chúpate esa, Zeús, que estás muy endiosado". Ahí nos desconcertó, para qué te voy a engañar, porque no sabíamos si pinchar "Me gusta" o ir a la wiki a buscar que es una cañaheja (pincha, pincha, que te va a quedar mucho más claro). La emoción, en cualquier caso, seguía en aumento.
Así pasaban las horas y los días y nosotros seguíamos luchando codo con codo haciendo posible la escapada. Entonces, pasó. Los ojos aún se me llenan de lágrimas cuando me acuerdo. Maldita sea, maldita, maldita sea. Si ya estaba hecho, Prometeo, ¿no pudiste callarte? ¿sólo por una vez? ¿a quién se le ocurre?: "Por fin a salvo, check-in en Foursquare".



No os voy a dar la brasa para que la oigáis, pero me he partido de risa con esto:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 18 de febrero de 2011

Chochos

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

En la sierra canta el cuco,
en la torre la cigüeña,
el cura diciendo misa,
yo bebiendo en la taberna. (*)

Nigel Barley se fue al África Negra a estudiar a los lugareños. Se llamaban dowayos, pero eso ahora te da igual, porque estás pensando por qué el título de este post es "Chochos". Pues te esperas un poquito, leñe, que hacen falta unos prolegómenos.
La Antropología se basa, entre otras cosas, en la observación participante, que viene a ser que tú vas a un sitio a cotillear lo que hacen, te instalas allí pretendiendo que no molestas y dices que sí a todo lo que te ofrezcan. Como cuando eras jipi y te dedicabas a costrear en casa de tus amigos.
Lo que pasa es que lo del trabajo de campo está muy mitificado y todos los grandes antropólogos se la han pasado contando a cuántos sitios han ido donde no había aeropuertos, ni agua corriente ni, horror de los horrores, tabernas. Cada uno presume de lo que puede, supongo. Barley se encargó de darle un buen repaso a todos esos estirados en "El antropólogo inocente", que para mí que ya te he recomendado antes.
Mi gusto por la Antropología se despertó en Sevilla. Estaba recién llegado y venía de Jaén que, no os lo toméis a mal, pero Nueva York tampoco es que sea. Lo primero que hace una persona de bien cuando arriba a un sitio nuevo es irse al bar, por lo que hacia allí me encaminé para regalarme una caña de bienvenida. Ni me imaginaba a qué punto podía llegar un recibimiento sevillano.
Estaba acodado en la barra cuando la camarera me pregunta, y doy mi palabra de honor, si es que me queda alguno, de que esto es cierto: "¿Quieres un plato de chochos?". ¿Tú que hubieras dicho? Al fin y al cabo, hemos venido a jugar, ¿no?
Algo de mi corazón se quedó para siempre en ese bar y supe que merecía la pena conocer esa ciudad. Luego resultó que los chochos eran altramuces, pero qué momento, criaturas, qué momento.



Como no podía ser de otra manera:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: Los titos desembarcan hoy en Madrid. Este fin de semana somos todavía más felices. ¡Bienvenidos!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 11 de febrero de 2011

Gracias

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Un día subía a un cerezo
por coger una cereza,
pero se rompió la rama
y me caí de cabeza. (*)

Mark Zuckerberg es el chico este que ha desarrollado un conversor de conocidos en amigos de toda la vida. Igual todavía no te suena su nombre, así que ahí va una pista: Facebook. Si sigue sin sonarte supongo que estarás leyendo esto en la versión pintura rupestre 1.0 que hago en mi cueva los sábados por la mañana. Por cierto, ¿sabes cómo quitar las manchas de ocre de los pellejos de mamut? Me tienen frito.
Vuelvo, que me pierdo con los trucos domésticos. Le han hecho hasta una peli al muchacho, "La red social", de la que igual recuerdas el eslogan: "No haces 500 millones de amigos sin ganar algunos enemigos". Esto lo dicen guiñándote el ojo, claro, porque ya te ves venir que el mozo no es precisamente el Pocholo de Harvard. Y sí, ya sé que da cosica leer Pocholo y Harvard en la misma frase.
En fin, durante los últimos tiempos he desplegado una red, bastante más modesta, pidiendo favores variados a diestro y siniestro. El volumen no ha llegado a tanto como la de Zuckerberg, pero la efectividad ha sido del 100%. Bien lo sabes, porque a ti también te he dado la paliza. Por eso, quiero darte las gracias y dedicarte aún más este par de coplillas. Son para ti. Gracias y más gracias. Te debo unas cañas.



La versión de Joe Cocker es más lenta, aunque, todo hay que decirlo, a cambio salen mocicas en cueros. O poco te conozco o va a ser la única vez que pinches en un enlace. Venga, haz click, que no te estoy mirando.
Para compensar tus bajas pasiones, ahora voy a hablar de la alta sociedad. De la inglesa, no te preocupes, que yo también tengo un yate con bien de eslora. Parece ser que algunas de estas criaturas de buena cuna, según he leído en algún sitio, ponen gnomos en sus jardines fingiendo parodiar actitudes de la clase media. Como aquel que dice: "Te crees tú que nosotros somos horteras como ellos, tururú, que lo que somos es guasones". Ya, ya. Pues, vale. A mí también me gusta tener clase, así que aquí va uno de mis gnomos musicales. Dándolo todo:



Besos a tutiplén.

P.D: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 4 de febrero de 2011

Temperamentos

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Si te acuerdas, picarona,
cuando debajo del puente,
me mirabas, me decías:
"tápame, que viene gente". (*)

Los osos tienen muy malas pulgas. Tú, que te has criado viendo a Yogui, lo negarás tajante. Muy bien. Ya sólo te quedan las fases de ira, negociación, depresión y aceptación. Si quieres pasar directamente a la última te puedes ir a Alaska a hacerte amigo de un úrsido.
Estos mamíferos tienen, entre otras costumbres, la de no bajarse nunca del burro. Si no me crees, sube a uno de ellos a un borrico e intenta descabalgarlo después, que te has levantado hoy muy empirista. Ilustrémoslo con un caso práctico.
Nuestra criatura sale de buena mañana a darse un garbeo por un los Urales (iba a decir Somiedo, pero necesitamos al menos dos osos para esta historia): se ha levantado temprano, el viento sopla fresco, tiene el cuerpo descansado y de su espalda cuelga una mochila con un salmón, una botella de soja, wasabi y un paquete de galletas de chocolate. La vida no puede ser mejor. ¿O sí? En esto, a lo lejos, ve otro oso que se acerca. El camino se estrecha mientras ellos siguen caminando. Ahora están frente a frente. ¿Qué sucede?

a) Se saludan y se ceden cortesmente el paso.
b) Se comportan como dos madrileños en el metro.
c) Ambas respuestas son compatibles.

RESULTADOS
Mayoría de a): No vuelvas a decir que sólo ves la 2.
Mayoría de b): A ti no hay quien te la dé con queso.
Mayoría de c): Anda que no te falta mundo ni ná.

Moraleja:
"Si con un oso en estrecha calle
por desventura te has de topar
no te me aturulles, querida,
y corre para salvar la vida"

NOTA: No se han maltratado osos ni madrileños para la redacción de este post.
NOTA 2: Un beso para todos los madrileños.
NOTA 3: Un beso para todos los osos.





Bonus track: Sergio manda esta pieza musical desde su retiro en México. Las palabras no me alcanzan. La semana que viene montamos un club de lectura para comentar la letra:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!
 
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