viernes, 28 de octubre de 2011

Construcciones

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Tú no lo sabes,
tú no lo sabes,
tu hijo es el último
en salir de todas las raves

Los grandes son capaces de reconocer el arte en cuanto lo ven. Un día, Steven Spielberg volvió a casa después de amasar la fortuna de la jornada, se puso las pantuflas, se abrió una cerveza y se sentó en el sofá. Ring, ring. Pasando de cogerlo. Ring, ring. "Jodo ya... ¿dígame?". "Steven, que soy yo, de la Universal, que hemos denunciado a unos tipos por hacer un remake de E.T. sin permiso".

No sabes tú cómo se pone el mozo con esas cosas. Los Oscars volaban por los aires y se estampaban contra los Globos de Oro. Sólo faltaba por allí una niña con un abriguico rojo. Hasta que llegó a sus manos. "El ete y el oto" sí que es de otro planeta. La grabaron los Hermanos Calatrava en su época de apogeo y cuenta la leyenda urbana que Spielberg la vio y decidió dejarlo correr.


Los Hermanos Calatrava, lo recordarás, era un dúo formado por el feo, clavaíto a Mick Jagger, y el que, por contraste, llamaron el guapo. El tiempo, una vez más, puso las cosas en su sitio y a este último terminaron llamándole el menos feo. Bien que hicieron, porque el guapo, guapo de verdad es Santiago.

Santiago Calatrava es un arquitecto español. Sé que lo sabías, pero es que este blog permanecerá cuando hayan recortado por completo el presupuesto de Educación. Calatrava, además, es ingeniero. Y no estudió en cualquier sitio, no, que lo hizo en Zurich. Calatrava, además, es Premio Príncipe de Asturias de las Artes, que es un premio que dan en Oviedo a la gente que sale mucho en la tele ese año. Calatrava, además, es Premio Nacional de Arquitectura. Calatrava, ay, Calatrava sí que es para echarse unas risas.

Calatrava construye unos puentes la mar de primorosos. En Bilbao, por ejemplo se montó uno muy mono. "Cristal", se dijo, "le voy a poner bien de cristal". Aquello se rompe con una frecuencia preocupante, pero qué hermosura. Más dará. Aparte, cuando llueve resbala como palabra de padre en oído adolescente. ¿Y? Tampoco llueve tanto en Bilbao.

Con esta experiencia, es normal que le encargaran un puente sobre el Gran Canal de Venecia. "Haznos algo sencillo, como a ti te gusta", le dijeron. Y el tío se puso pin, pan, pin, pan: venga mezcla por aquí, masilla por allá. Tres veces más de lo presupuestado ha costado la pasarela. Será por billetes. Lo mejor es que se cae.

A base de echarle hormigón, o lo que sea que se use para hacer puentes, pesa tela marinera y corre serio riesgo de irse al garete. No es coña. ¿Tú te imaginas al alcalde de tu pueblo negándose a inaugurar una charca manque sea? Pues el de Venecia ha dicho que pasa de inaugurar el puente, que bastante tiene ya con que se le hunda la ciudad.

Los puentes de verdad no necesitan adornos. Los puentes de verdad son hermosos en sí mismos. Los puentes de verdad sirven para ir de un lado a otro. Los puentes fetén están hechos de cervezas, de tapas, de música, de baile y de buenas compañías. Los puentes fetén, Santiago, empiezan un viernes y terminan un martes. ¡A gozarlo, criaturitas!





Besos a tutiplén

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 21 de octubre de 2011

Cortejos

Queridas queridísmas y queridos queridísimos,

En tu vida te enamores
de mozo que no ha rondado,
que el que no ronda de mozo
ronda después de casado. (*)

El baile se inventó para arrimar cebolleta. Empezamos casi como si fuera un juego, cuando andábamos pintando las paredes de las cuevas. Tú has visto los dibujicos de Altamira, ¿no? Bueno, por fotos, que ahora deben estar todo el día fregando aquello y no te dejan que lo pises. Nos lo pasábamos pipa allí, con las manos llenas de ocre.

Te explico cómo funcionaba aquello. Vivíamos entonces mezclados los unos con las otras y por la mañana nos reuníamos para ver qué comíamos. "Mamut", decíamos entusiasmados. Tampoco había mucho donde elegir, no te creas. Una vez dijo uno que ensalada de tomate y no sabes el garrotazo que le arreamos. ¿Tomate? ¿En invierno? En fin.

Bueno, el proceso era que dibujábamos un mamut y después salíamos y lo cazábamos, así como lo lees. La de veces que les dije: "Oye, ¿y si dibujamos ya el asado sobre la mesa y nos quedamos aquí echando un trivial?". Ni caso me hacían, que estos eran de comérselo crudo y con las manos.

Lo del baile lo inventamos por algo parecido. Las mozas entonces es que eran de un brusco que ni te cuento. Imagínate, con esa dieta. El color de los labios se lo daban con sangre de oso cavernario, no digo más.

Como nos daba miedo acercarnos así por las buenas, empezamos a rondarlas con disimulo. Que si te digo un requiebro por aquí, que una zalamería por allá... nos pasábamos la vida en un ay. Al Adolfo, que se columpió un poco, le dieron un sopapo que le llegó la cabeza al Pleistoceno. Hasta que descubrimos que con un poco de meneíto lo podíamos arreglar todo.

Dicen que éramos muy de pensamiento mágico entonces, pero hacíamos ecuaciones y todo. Funcionaba tal que así: si pinto un mamut, salgo de la cueva y lo cazo, entonces, si me marco un baile, me meto en la cueva y despeja la X. Hoy rondáis a las mozas con el guasap y qué quieres que te diga, no es lo mismo. Llámame clásico.

Los años fueron pasando y me había olvidado ya del baile del cortejo cuando me mudé a la capital y observé al David V. Villas en acción. Te aseguro que es para ponerle la música de Félix Rodríguez de la Fuente. El tipo levanta los brazos y sabes que va a darlo todo. ¿Has visto el baile de Zorba el Griego? Hazte a la idea de que Anthony Quinn todavía se hubiera podido apretar otro par más de lingotazos y ahí tienes la estampa.

Ahora viene la aproximación. A saltitos se va acercando a la zagala mientras se cimbrea y emite un ruido parecido a un zumbido. Con este sonido envolvente comienza a rodearla e insiste e insiste. Palabrita del niño Jesús que le he visto ligar así. Digo más: un servidor se lo hizo a La María y mira cómo acabó la cosa.

Esta semana he encontrado esto y no lo podía guardar para mí. De verdad que si no lo veo no lo creo. Es, exactamente, el baile que aprendí del maestro. Miles de años de evolución se condensan aquí. Practica, que este fin de semana duermes en compañía:



Para que ensayes más, aquí va la coplilla entera:



Si todo ha ido como debe, ya puedes pasar a la tercera base:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 14 de octubre de 2011

Whiskerías

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Tengo el cuerpo lleno de coplas,
que parece un avispero.
Se pegan unas con otras,
por ver cual sale primero. (*)

Sólo he entrado una vez a un whiskería. Te diría que iba achispado y me llevaron pero, como no me vas a creer, te confieso que fui solo y a comprar tabaco. Se empieza fumando y se termina en un club de alterne, ya ves.

La verdad es que me planté allí sin saber lo que era. Acababa de llegar de provincias y no tenía ni idea. Al club este le acababan de dar unos días de permiso en Cuéntame. Mucho terciopelo, mucho color rojo, una barra acolchada y tres señoras detrás de un escote que se me quedaron mirando en cuanto pasé la cortina.

"¿Tenéis tabaco?". Oye, como el que va a la farmacia y pide una caja de ibuprofeno, otra de tiritas, algodón, un cepillo de dientes y sale sin condones. Me fui de allí con una caja de Winston, que es lo que se fuma en esos sitios.

El otro día volvía con la María de echar unas cañas cuando lo oímos por la calle: "¿Tú sabes lo que es una whiskería?". Eran un par de zagales roneando a una zagala, que ya me dirás si esas son formas, pero no todo el mundo puede ser Arturo Fernández. La moza, segura de sí, les contestó: "Pues claro". Ya tendría sus buenos veinte años, no te creas: "Es un bar donde te ponen whiskys de malta"... La María casi le estampa una carcajada en la cara, no te digo más. Yo me limité a encenderme otro Winston, el tabaco de la gente elegante.





Besos a tutiplén.

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viernes, 7 de octubre de 2011

Movilidad social

Queridas queridisimas y queridos queridísimos,

Desde Coruña a Almería
cada casa tiene dueña
la Invisible tiene muchas
toda la ciudadanía (La Casa Invisible por verdiales)

La María y yo estamos pensando en comprarnos un marquesado. A decir verdad, a mí me hacía más ilusión un ducado, pero ahí la moza andó fina: "Anda, ya, nos vamos a gastar el dinero en algo que se vende en los estancos". Oye, cuando la gente tiene razón, hay que dársela. Todo empezó con una cena.

Es uno de esos días que no tienes ganas de ir a comprar y abres la nevera y sólo tienes una langosta, media cebolla, un tomate y un poco de mantequilla. "Pues la hago a la thermidor y no me caliento más la cabeza", me dije. La sencillez es algo que se tiene o no se tiene. Total, que ahí estábamos comiendo con las manos, como la gente del pueblo, y filosofando.

La María es que se toma un vino y lo mismo te habla de Kant que de David Bowie. ¿Has pensado sobre la influencia de Hegel en la toma de postura crítica frente al modelo de producción actual? Nosotros, de continuo. Fue entonces cuando, al parecer, nos sentamos sobre el mando a distancia. Nos quedamos mirando perplejos, porque no sabíamos que teníamos televisión, de tan poco que la vemos. Qué digo poco, nada. De hecho, ni sé por qué la tenemos, si ni la miramos. Ná de ná. En fin, qué sería la vida sin sorpresas y sin reírse de las desgracias ajenas.

"Bueno, ya que estamos, pon La Dos, a ver si echan alguna de Kieslowsky o de Lars von Trier y nos echamos unas risas", comenté. Algo le debía pasar al aparato, porque no había manera de cambiar de cadena. Venga a buscar canales culturales y que nada, oye. Sí, terminamos viendo un programa de esos de meterse en las casas y cotillear si están limpias y si bajan la tapa del váter. Este era sobre la nobleza.

Chacho, casi acabamos llorando mientras repelábamos las pinzas de nuestro crustáceo. La aristocracia tiene un sinfín de apreturas. "Mi vida sería mucho más sencilla sin esta casa", apuntaba una señora mientras dos mujeres detrás pulían la plata. La María levantaba la vista hacia el cielo y se preguntaba por qué mientras que un servidor intentaba tranquilizarla. No había modo.

"Mira tú, la pobre", gimoteaba y gimoteaba hasta que también a mí se me cayó el alma a los pies. Tuve que dejar la copa de borgoña y todo sobre el aparador. La Revolución Francesa, la de Octubre y ahora esto. ¿Qué más quieres, pueblo?

Es la hora de ofrecerse. Por lo pronto, ya me he comprado un batín, dos perros marca beagle, una chimenea y una escopeta de caza. La María, por su parte, va a lucir aún más señora con los herretes de diamantes que hemos encargado y los nuevos trapitos de Roberto Torreta. Llevamos toda la semana ensayando y tenías que ver como alzamos la mirada y arrugamos la nariz.

Señora marquesa, cuando usted quiera, nosotros nos hacemos cargo del chabolo. Por cierto, a ver si aprende a bajar la tapa al salir del baño, que ya le vale.





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
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