viernes, 25 de enero de 2013

Residencia de verano

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Si Jesús murió en la cruz
con tres clavos solamente
cómo no muere tu prima
que la clavan tantas veces

La María y un servidor vamos a comprarnos un terruño en el fondo del mar. Ella todavía no lo sabe, pero verás lo contenta que se va a poner cuando se entere. Es que se quiere mudar a una casa más grande. "Como una reina decías que me ibas a tener, ¿eh?", me suelta cada vez que me ve, antes de arrearme un pescozón.

El otro día se puso sus guantes de cabritilla, sacó sus espejuelos y ordenó: "A ver, muéstrame alguna de esas páginas de las que habla la clase media cuando buscan aposentos". Así que me metí en Idealista. "¿Idealista? ¿Estos no serán de la logia esa del 15M, no?". Chacho, prefiero que me invite a cenar Hannibal Lecter que otra mirada de esas por encima de las antiparras. No era lo que buscaba, no.

"¿Luxury Homes?", aventuré. "¿Perdón? Es de ese tipo de gente que usa expresiones como alto standing?" (Solo para que conste, las cursivas no son mías. Hay palabras que ella pronuncia así, como Dolce & Gabbana, Gucci o Armani. A Polo Ralph Lauren y Tommy Hilfiger, además, la vez que las usó les bajó el tamaño de fuente. Si te digo la verdad, la única que enuncia casi sin acento es Chanel).

"Anda, que no vales para nada" y me apartó de un cogotazo. "Castillos Loira" tecleó en el Google. "Resuelto, compra uno de estos". "Pe...pe...pe...pero...". Mirada.

¿Tú te hubieras atrevido a sacar el extracto del banco? Desde luego, no puedo presentarme con las manos vacías -le partiría el corazón y, además, todavía estoy convaleciente de la última vez-, pero he encontrado la solución perfecta. Nos vamos a hacer Señores del Océano Pacífico. Ahí es nada. Oye, que te lo agencias por 39,98 euros. No es coña. Bien de espacio, marco incomparable y, sobre todo, tenemos la foto de nuestra boda para las tarjetas.

Lord Bert y Lady Lamaría, pa servirles.





Besos a tutiplén

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 18 de enero de 2013

Cuescos

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Una vieja se comió
veinte kilos de judías
y a la noche parecía
un cañón de artillería

El cuesco silencioso es el más peligroso. Hará de esto unos dos o tres años, en un bar de la paradisíaca costa murciana. Igual te lo he contado ya (cof, cof, gargaj.) y, si no, seguro que te imaginas aquello: surfistas, cocoteros, jet set y huertanas ligericas de atuendo. Lo predecible.

Los titos y La María habíamos pasado el día, como solemos, departiendo sobre filosofía helenística y decidimos continuar la charla en una disco-bodega. Como estaba aquello de juventud, tú. Ni que regalaran alpargatas.

Dos mozas jóvenes, apretaícas, se interponían entre mi menda lerenda y su cubalibre. ¿Sabes lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso? Yo tampoco, pero estoy por decir que un silencio espeso. Chacho, ¿has echao alguna vez una gota de Fairy en una sartén con grasa? El otro día volví y se ha quedado el rodal.

La vida pasa y a veces pierde uno el control. Por mero divertimento, sin necesidad, te emborrachas de gloria. La visita no era más trascendente. Un grupo de amigos fingiendo hacer actividades culturales.

Las cuevas de El Soplao tienen más años que un gallo con espolones, hace un frío de temblores y están abarrotás de pinchos de piedra colgando del techo. La parte final del recorrido la reservan para la joya de la corona: la sala de la Ópera. El nombre le viene porque es muy coqueta, los pinchos esos parecen tubos de órgano y la acústica es fetén. Sublime aquello, tú. Como la fabada que nos habíamos apretado a mediodía.

Una advertencia: los abrigos largos, en este caso, no funcionan como las mantas. Estoy por ofrecerme a la Comunidad de Madrid como unidad especial antidisturbios, mira lo que te digo.

Todo este tiempo de secreto bien guardado, como losa de mármol me pesaba. Hasta que me he topado con Quevedo, haciendo elogio de las múltiples descargas. ¿No serás, me he cuestionado, tan necio, ignorante, pazguato, de querer enmendarle la plana a tan noble literato?. Olvídome pues del recato y que a la luz pública dé risas, no quebrantos.

La voz del ojo, que llamamos pedo
(ruiseñor de los putos), detenida,
da muerte a la salud más presumida,
y el propio preste Juan le tiene miedo.

Mas pronunciada con el labio acedo
y con pujo sonoro despedida,
con pullas y con risa da la vida,
y con puf y con asco siendo quedo.

Cágome en el blasón de los monarcas
que se precian, cercados de tudescos,
de dar la vida y dispensar las Parcas.

Pues en el tribunal de su gregüescos,
con aflojar y comprimir las arcas,
cualquier culo lo hace con dos cuescos.




La Fátima se ha mandado la coplilla de arriba. Querida, siento que el tema del post de hoy no haga justicia al pedazo de tema, pero así hace más contraste. Gracias mil.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 11 de enero de 2013

De compras en la disco

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Tápame, tápame, tápame,
tápame, tápame que tengo frío
cómo quieres que te tape
si yo no soy tu marido (*)

La María me llevó el otro día de compras a una discoteca. A ver, es una tienda, pero parece aquello el Studio 54. La cosa es de lo más moderna. Según llegas hay un mozo en la puerta que te saluda como si fueras su primo Paco al que lleva tres años sin ver porque creía que había muerto en el Congo. La madre de los turrones El Almendro parecería castellana a su lado, mira lo que te digo. Casi le pregunto por el resto de la familia.

El chaval, por cierto, te recibe sin camiseta pero con un chaleco puesto. Ni muy arreglado ni muy informal, la combinación perfecta para las suaves temperaturas del invierno madrileño.

Una vez subidas las escaleras, entras en un mundo de oscuridad. No es metáfora, empiezas a moverte tanteando los muros vaya a ser que te estampes los morros contra un pito de escayola de alguna de las estatuas que le dan al lugar su savoir faire. La diferencia entre los nuevos clientes y los antiguos es que los primeros somos unos pusilánimes: todos a cuatro patas siguiendo el zócalo de la pared. Los veteranos se orientan sin problemas con el rebote en los tabiques de la música chunda chunda.

En estas que te llega otro joven para ver si necesitas algo. Miro hacia arriba, porque me saca una cabeza (y que conste que tuve una buena alimentación y que en el cine veo aunque se me siente un niño delante), y me quedo pensativo. Empiezo a sospechar que La María no ha ido a por un regalo para su cuñado, la verdad.

Total, que le pide una camisa y el tipo coge un walkie y suelta algo como "charlie, alfa, tango, ¿me recibes? ¿Tenemos una prenda tal y cual talla pascual y demás?". Entonces se pira y vuelve a los cinco minutos. Llega el drama:

- "Lo siento mucho. Se nos ha acabado. No volverá a ocurrir".

Palabrita que puso una cara que me partió el alma. Como si se le hubiera muerto su primo Paco delante de sus ojos. Iba a darle un abrazo para consolarlo cuando me apartó de un codazo La María: "Quita, que ya me encargo yo". Al cabo de tres cuartos de hora logré arrancarla de sus garras y se decidió por otra camisa.

El día de Reyes, el cuñao recibió el regalo. Bien de hombros, bien de sisa, bien de mangas y, leñe, que no le cierra en la barriga. Las hermanas se cruzaron una mirada de esas que van escribiendo en el aire: "quémevasacontaramísiestoesloquetenemos". Por echar un cable comenté: "Igual por eso el portero iba despechetado". Jodo, tú, La María ni giró la cabeza: "¿El turrón también acampa en el cerebro?". Chacho, estoy por irme al Congo con el primo Paco.



Una de zagales sin camiseta:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!
 
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