viernes, 29 de abril de 2011

Gracias, Pepe

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Aunque me des veinte duros
no voy contigo al pinar,
porque tienes sabañones
y me les puedes pegar.

José Bonaparte llegó a España unas semanas después del levantamiento del 2 de mayo. Un planazo. Tú estás tan ricamente reinando en Napolés, pensando donde puedes construir para darle un toque más francés a la ciudad y, de paso, agarrar unas comisiones para darte un toque más italiano a ti y suena el teléfono:

- "Aló, Pepe, que soy Napoleón, ¿a ti no te hace irte una temporada a España?".
Como si te llama Gadafi esta mañana para regalarte Misrata (tienes foto con él, ¿no?).
- "Esto, Napo, como sigas dándole así al coñac le van a poner tu nombre".
- "Huele el aliento a rosas frescas que traigo".
El tiempo justo tuvo para meter una muda en el petate.

Si en Madrid llega a haber metro en esa época, con las facas que calzaban los lugareños se hubieran despachado entre sí y a otra cosa, mariposa. Quiso la fatalidad, no obstante, que se desplazaran en borrico, todo lo más, y así no había manera de liberar tensiones. ¿Solución? Como cualquier persona competente sabe, nada mejor que un buen extranjero para despacharse a gusto.
¿Tú has visto a un madrileño en un atasco? Chacho, te digo yo que si gritan 666 en ese momento el diablo no se entera porque se está tapando los oídos. Y se supone que al siglo XXI han llegado ya civilizados.
Total, que aquí tenemos a Pepe Botella intentando poner orden sin saber muy bien qué hacer. Le echa un ojo al mapa y dice: Bailén. Viajes Marsans no te recomendaría un lugar mejor en pleno mes de julio. Para los que no conozcáis la zona, allí los pájaros en verano no vuelan por no sudar.
El comité de bienvenida lo forman unos miles de soldados españoles que no se habían echado la siesta. Empieza la fiesta. Las tropas del general Castaños, mientras que los nativos les pasan botijos, empiezan a darle estopa a las francesas, que tienen toda la boca estropajosa. Hasta que se cansan de recibir, natural: "¿qué os parece si lo vamos dejando?".
¡Hala!, todos de retirada y el Pepe acaba en Vitoria porque los madrileños se habían puesto chungos. Luego vendría al rescate Napoleón y regresaría a la capital durante unos años, hasta que la Gran Armada se fue para Rusia con camisetas de manga corta (unas reflexiones para el debate: ¿Francia está en el trópico? ¿Se conocían ya los cambios de estaciones? ¿No había predicciones meteorológicas en el siglo XIX? ¿La madre de los Bonaparte no les ponía pasamontañas en primavera?) Tan sabia decisión, en definitiva, le costó al emperador su Imperio, empezando por España.
Dejando de lado las minucias históricas, más de dos siglos después el recuerdo permanece imborrable en la memoria de los madrileños. Ese levantamiento popular del dos de mayo dio lugar a lo más preciado que puede desear la gente de bien: un día de fiesta. Sin ti, esto no hubiera sido posible. Por eso, y con todo el sentimiento del que soy capaz: ¡Gracias, Pepe!




Jaén es tierra de grandes creadores: Raphael, Karina y Juanito Valderrama dan buena prueba de ello. Con todas esas influencias se ha creado un caldo de cultivo inmejorable para reinventar la canción del verano. Kriptolites llegan gracias a la recomendación de la Inma, que se ha puesto a reivindicar las tierras jaeneras (mil gracias, guapetona). El vídeo se para a mitad de la coplilla durante unos treinta segundos y luego sigue, pero igual lo pongo y aprovecháis el ratín para mirar si viene el jefe.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 22 de abril de 2011

Verdades elementales

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

La luna y el sol partieron
el día por dos mitades;
el sol cogió la mañana
la luna cogió la tarde. (*)

Cuando el sol entra por la puerta, ¡¡¡la canción del viernes!!! salta por la ventana. ¡A la calle, leñe!





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 15 de abril de 2011

Ocho razones para amar a los diplodocus

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Si a tu ventana llega
una paloma
trátala con cariño
que es mi persona

Conocer a los diplodocus es quererlos. Al igual que el café en la despensa y la cerveza en el frigorífico, hay animales que no deberían acabarse nunca. Ahora ni te imaginas su existencia, porque la patina del tiempo arroja sobre su ancestral recuerdo una sombra de incertidumbre (va por ti, Paulo Coelho), pero eran lo más. Por eso quiero compartir contigo mi amor por este saurópodo. Si aún no tienes una razón, seguro que aquí la encuentras:

1.- Nunca pasa de moda. El diplodocus es atemporal, como las camisetas negras o los discos de José Luis Perales. Si te gusta, te gustará siempre.

2.- Es alternativo, pero con solera. Su vegetarianismo hace que si lo llevas a una cena con tus amigos jipis quede como muy comprometido y su vetustez te dará el toque de clase que siempre te faltó en los banquetes de alta alcurnia. Es un juego de gana-gana.

3.- Se le ve venir de lejos. El diplodocus es un animal noble y no se te va a acercar sigilosamente por tu espalda. Si va a por ti, no va a esperarte escondido detrás de un naranjo. No es su estilo.

4.- Es exótico y cercano a la vez. Como Chu Lin, pero antes de que se inventaran los monitores en blanco y negro. Tu diplodocus es la versión monocromo de una animal para toda la familia.

5.- Es independiente. No tienes que preocuparte de sacarlo ni de recogerlo. Tan solo búscale un buen espacio abierto para que se esparza y juguetee. Entre Balsicas y San Javier, en ese litoral murciano que hay a 20 kilómetros de la playa, creo que queda un solar libre.

6.- Es protector. Por fin vas a poder salir a pasear a la plaza y decirle a los zagales del pitbull lo que piensas de ellos. Ándate con ojo de todas maneras, no vaya a ser que se hayan comprado el tigre dientes de sable, que esos se las saben todas.

7.- Es ovíparo. Las tortillas de patatus ahogadizas han pasado a la historia. A partir de ahora, jugosotas, como a ti te gustan.

8.- Su aportación decisiva a la lírica popular. El diplodocus ha inspirado una de las más bellas canciones que se hayan compuesto jamás. Nos la enseñó el otro día el Miguel, que dice que la cantan en su casa. Estábamos, además de él, el tito Andrés, el Luiset, el Fidel, La Dirección y un servidor. Oye, fue oírla y ponernos todos en modo copyleft. Eso había que compartirlo. ¿Y qué mejor sitio que la Plaza Mayor de Madrid para acercar la cultura al pueblo?
Este post es para vosotros, por montarme una de las mejores fiestas que recuerda el occidente civilizado:

Si a tu ventana llega
un diplodocus
trátalo con cariño
que quedan pocus





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 8 de abril de 2011

Norte-Sur

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

La noche del aguacero
dime donde te metiste
que no te mojaste el pelo
(visto en el blog de Rafael Reig)

El Polo Norte está bastante lejos. Todo depende de con qué lo compares pero digamos que queda fuera de la M-30. La M-30, para los que sois de provincias, es como la acequia esa que hay en tu pueblo más allá de la cual sólo hay lobos y domingueros que van a robarte los níscalos. Por allí se dejó caer, a principios del siglo XX, Robert Peary, un señor inglés que, como bien sabes, alcanzó gran renombre universal.
El zagal no podía ni salir a la calle, las adolescentes coreaban su nombre y dormían en tiendas de campaña frente a su puerta. Las conferencias eran un espectáculo. "Buenas noches, Stratford-upon-Avon", decía, por ejemplo, y las masas se desmayaban, así a plomo. "Es un honor para mí estar en la tierra de Shakespeare". "El honor será suyo", gritaban por detrás. Él fingía que se ruborizaba y comenzaba a referir su historia. Siempre con mucha tormenta y aparato eléctrico. Trineos por aquí, perros por allá: mucho hielo, mucha ambientación.
Antes de que se me olvide, en el Polo había un sitio donde se comía estupendamente. Tú te sentabas y ni carta ni nada tenían. Te iban sirviendo platos de ballena y foca de importación hasta que te hartabas y, de postre, tarta al whisky. Diez euros todo con vino y chupito. Ahora han cambiado de dueño y las raciones son más pequeñas, pero llevas razón, me estoy desviando del tema.
El Peary se paseaba en invierno en camiseta sólo para que le preguntaran: "¿Es que no tienes frío?". Y él: "¿Frío? Donde hacía frío era en...". Lo que tenía era la cara más dura que el cemento armado. De llegar al polo ni mijita. Estuvo cerca, sí, pero cerca no es en. Piensa en la diferencia entre estar cerca de alguien y estar en alguien (en sentido bíblico, sí). Dejemos, pues a este impostor, que quien de verdad interesa es su acompañante.
Mathew Henson le acompañó en su expedición. A Peary lo colmaron de honores en Inglaterra, a Henson no le hicieron ni caso en Estados Unidos. Claro que Henson era sobrino bisnieto (o algo así) de un esclavo que se ganó la libertad a base de fugarse. Eso es, negro. Se hizo toda la travesía, aguantó las fanfarronadas del jefe y vio el mismo oso pardo cuando se miraron y se dijeron: "De esto, ni una palabra". Lo que le quedó de aquel viaje fue una mano detrás y otra delante. Lo tenéis todo en la wiki. Las desigualdades Norte-Sur se aprecian en estos detalles.
El otro día David mandó el mensaje. La Dirección ya lo había hecho por lo menos un par de semanas antes. Por un lado, Barcelona, industrializada, allí arriba; por el otro, Sevilla, ejem, ahí abajo. Durante el invierno, la hormiguita vive mejor, vale. El mensaje de La Dirección: "Illo, cómo viene el verano". El del David, con quince días de diferencia: "Ahora sí". Imagínate al hombre del tiempo poniendo camisetas de tirantes en lugar de soles y lo entenderás todo. ¿No hay cierta justicia poética en llegar antes alguna vez? ¡Hala, a echarse a las calles!





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

viernes, 1 de abril de 2011

¿Anarquistas o elitistas?

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Row, row, row your boat,
Gently down the stream.
Merrily, merrily, merrily, merrily,
Life is but a dream.

Londres sólo tiene bares, no te dejes engañar. Los titos Andrés y Endur nos habían planificado un fin de semana, el pasado, repleto de actos culturales y nos llevaron a un pub para repasarlo. Ya te hueles por dónde va esto, ¿verdad? Pues verás, los británicos en guerra o en las colonias son otra cosa, pero soplándose unas pintas son la mar de majos. A la que te descuidas te están dando conversación.
Si descartamos a uno que decía que los españoles somos unos haraganes que vivimos de los demás (este era el sentido general, aunque quizá no refleje del todo el tono conciliador que, evidentemente, encierra esa frase), los otros dos nos pasaron información de primera mano: "No vayáis para el centro, que hoy está lleno eso de jóvenes anarquistas manifestándose. Mejor id a ver la regata Oxford-Cambridge, que son unos señores remando".

Te pido tu ayuda para que nos ayudes a seguir y elijas nuestra propia aventura:
a) Los jóvenes anarquistas no le hacemos caso a los viejos y vamos donde nos dicen que no vayamos.
b) Hombre, una regata no es como el fútbol, pero al menos no es un museo.

Elección A. Los titos, curiosos por ver a un joven anarquista, decidieron continuar la ruta preestablecida. "¡Qué chévere!", dijeron, así que enfilamos por Oxford Street. Esta calle, para que te hagas una idea, es como si siempre estuviera en Navidades. Menos en Navidades, que la cortan para que quepa más gente y ensayen para cuando vayan al infierno. Pues no había ni un alma, chacho, que se te encogía el corazón.
De pronto, hordas de desarrapados se lanzan sobre nosotros. Empujo al tito Andrés para que se entretengan con él mientras intento huir, pero sabe a viejo y no le hacen apenas caso. No tardan en darme alcance. En la lejanía oigo las risas de la tita Endur y la María. Se van con dos antisistema. El tito y yo hemos fallecido. Gracias por elegirnos esta ruta.

Elección B. "¿Jóvenes? ¿anarquistas con pelos estropajosos? ¿Y después qué, nos tomamos unos pintxos por el casco viejo?". Esa es la tita Endur, que es vasca y decía que para ver lo de siempre se hubiera quedado a vivir en Donosti, que se come mejor. Así que ¡hala, tós pal río!
¡Qué diferencia de categoría, oye! Los barquitos los vemos pasar tres segundos, sí, pero en orden. Ahora, fíjate: Oxford Street está vacía porque se han ido todos para el Támesis. Cuarto de millón de personas cuentan que hay. ¿Pues sabes cómo nos enteramos de que ha terminado la regata? Porque la gente empieza a irse. ¿Tú te imaginas cualquier celebración de esa categoría aquí? Que sé yo, un campeonato de alevines en el colegio del niño. Pues allí no se escucha ni a los padres de los remeros.
Nos vamos al pub otra vez, claro. Nos pedimos unos refrescos y una ensalada. Al día siguiente, de manera inexplicable, nos duele la cabeza. Bueno, siempre es mejor que caer en las garras de unos jóvenes anarquistas. Gracias por elegirnos esta ruta.



La canción de arriba la trajeron los titos de ¡tatatachán!... ¡Barbados! La de abajao es un antojo del Villas, que para una vez que pide no se va a quedar con las ganas, ¿no? Mil gracias.



Besos a tutiplén.

P:D: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D: ¡Más besos, leñe!
 
Personal Blogs - Blog Rankings