viernes, 14 de diciembre de 2012

Filosofías

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Vengo de moler, morena
de los molinos de abajo
duermo con la molinera
no me cobra su trabajo

Lo de Diógenes con Alejandro Magno fue una sobrada. Hay desayunos que lo ponen a uno helenístico, sí. Te imaginas a ese emperador emperifollado, dispuesto a darle el oro y el moro (perdón, el marroquí), tirando de chequera en plan marbellí, y llega este y lo desemperifolla en un segundo con aquello de "échate a un lao, majete, que me tapas la visual".

El Pablo Carbonell contó una vez en la tele -un programa cultural de La 2, no te vayas a pensar- que cuando actuaba en el Retiro, una señora les aventó un billetazo de un talego. Un talego, para los que os creéis que el pelo os va a durar para siempre, eran mil pesetas. Mil pesetas, para los que todavía no habéis cambiado los dientes de leche, eran seis euros. Seis euros de los de antes.

Con seis euros, hace treinta años, ibas al cine con toda tu familia extensa, te pillabas unos taxis y les invitabas a cenar en Zalacaín, te tomabas unas copas de ginebras premium, te cogías una suite en el Ritz para, al día siguiente, estar cerca del Palace y dejar pagada la boda de tu hija y, después, depositabas una señal en el concesionario para que te trajeran el nuevo Bentley. Con todo, todavía te quedaba para comprar el ABC y disfrutar de unas cañitas antes del cocido en Lhardy. Prueba a hacer eso hoy con seis euros.

A lo que iba, que mil pesetas eran un capitalito. Pues el Pedro Reyes, que actuaba con él, se lo devolvió a la señora alegando un "lo siento, ya hemos cerrado la oficina". Se lo devolvió de verdad, ojo. ¿Tú has visto a Pedro Reyes? Por si no lo recuerdas, es éste:



La anécdota de Diógenes, por alguna razón misteriosa, se ha difundido mucho más que la de Pedro Reyes. El griego, la verdad, era un brasas. Todo el día andaba que si busco a un hombre honesto, que si la gente es miserable, que si los placeres mundanos son una porquería. Que tal, que cual. Un ceporro.

Qué quieres que te diga, puestos a elegir entre sujetos a la que no se le entiende, me quedo con el Pedro, que lo veo más de "apártate que no me dejas llegar hasta la barra". Además, no es emperador, pero casi.






Bonus track: El Miguel se manda una pieza de alta cultura. Para los paladares más exquisitos, Cumbia Epistemiológica. Mil gracias, mozo.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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