viernes, 9 de mayo de 2008

Una bala junto al corazón

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,
El día que se iba a averiar, mi coche salió de casa temprano. Tanta vida por delante no se podía soportar. Alegre, divertido, pisaba el asfalto con seguridad, bajo la lluvia. Nada importaba. Éramos tan felices. Tenía que hacerlo. Tenía que soltarle las riendas. Se lo había ganado. Y ahí, justo ahí, con las correas saltando por los aires, dijo no puedo más y aquí me quedo, aquí me quedo. Pero tú siempre acuérdate de lo que un día yo escribí. Pensando en ti.
Ahora, tembloroso como padre primerizo, aguardo noticias. Las primeras eran preocupantes. “Esto tiene muy mala pinta”, oí decir a Juanjo, el mecánico.
- “Tenemos que intentarlo, mec, tenemos que intentarlo”.
- “Haré lo que pueda, no quiero prometerte nada”.
- “Haz lo que tengas que hacer. En tus manos lo pongo”.
Luego vino la llamada. Parece que hay esperanza. Después de una mañana agónica, no todo estaba perdido. “Quiere vivir”, me dijo. “Quiere vivir. Pero tendré que embridarlo de nuevo”. “No importa. Sólo hazlo”. “Y luego habrá que ver si responde”. “Comprendo”.
Y aquí estoy. En un ay, con el coche con una bala junto al corazón. ¿Se salvará? ¿Tú qué crees?
Y sí. Es viernes. Y por eso, ¡¡¡la canción del viernes!!! llega puntual. Y pizpireta. Porque aquí hemos venido a bailar. Y bailaremos, vaya si bailaremos. Dando hasta la última gota de sudor si fuera menester.
Me gustáis tela.
Besos a tutiplén.



Y un clásico:



P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: Más besos, ¡leñe!

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