viernes, 10 de julio de 2009

Playa

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

A las mocicas serranas
no las puedes engañar
por las buenas, lo que sea
por las malas, ni pensar

La María y yo nos hemos venido a la playa. Nos dio por pensar: ¿Madrid o turisteo? Y entre dos males, nos dijimos, siempre es preferible el Mar Menor. El “Un, Dos, Tres” lo inventó y un grupo de pioneros se lanzó a la conquista. Dominaron las olas, caldearon sus aguas y edificaron su costa. Hasta niños llegó a haber. Doy fe.
Hoy hay farmacias y centros de fisioterapia. No digo más. Para que os hagáis una idea, alguien de mediana edad, aquí, los setenta ya no los cumple. Se aprecia muy bien en la fórmula:

x = a/100b

donde “x” son los años del bañista habitual; “a” es el número de bañadores de cuerpo entero; y “b”, el de mozas en top less. La calculadora da error, que lo sepáis.

“¿Y para qué vais, tontos del haba?” Primero, porque yo no voy a la playa a ver zagalas en cueros, y menos en estas latitudes (y mi señora tampoco mira a los señores, asegura); segundo, porque tienen el mejor arroz conocido de la cristiandad, el caldero; y tercero, por resumir, porque como dice el Pepe, ya tengo una edad en la que me puedo permitir no ser moderno. Hala, me voy a por la sombrilla.



Y sí, voy a poner ésta:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: Esta noche volvemos pa’ la capital, que mañana viene La Dirección. El que quiera, que se apunte.
P.P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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