viernes, 8 de abril de 2011

Norte-Sur

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

La noche del aguacero
dime donde te metiste
que no te mojaste el pelo
(visto en el blog de Rafael Reig)

El Polo Norte está bastante lejos. Todo depende de con qué lo compares pero digamos que queda fuera de la M-30. La M-30, para los que sois de provincias, es como la acequia esa que hay en tu pueblo más allá de la cual sólo hay lobos y domingueros que van a robarte los níscalos. Por allí se dejó caer, a principios del siglo XX, Robert Peary, un señor inglés que, como bien sabes, alcanzó gran renombre universal.
El zagal no podía ni salir a la calle, las adolescentes coreaban su nombre y dormían en tiendas de campaña frente a su puerta. Las conferencias eran un espectáculo. "Buenas noches, Stratford-upon-Avon", decía, por ejemplo, y las masas se desmayaban, así a plomo. "Es un honor para mí estar en la tierra de Shakespeare". "El honor será suyo", gritaban por detrás. Él fingía que se ruborizaba y comenzaba a referir su historia. Siempre con mucha tormenta y aparato eléctrico. Trineos por aquí, perros por allá: mucho hielo, mucha ambientación.
Antes de que se me olvide, en el Polo había un sitio donde se comía estupendamente. Tú te sentabas y ni carta ni nada tenían. Te iban sirviendo platos de ballena y foca de importación hasta que te hartabas y, de postre, tarta al whisky. Diez euros todo con vino y chupito. Ahora han cambiado de dueño y las raciones son más pequeñas, pero llevas razón, me estoy desviando del tema.
El Peary se paseaba en invierno en camiseta sólo para que le preguntaran: "¿Es que no tienes frío?". Y él: "¿Frío? Donde hacía frío era en...". Lo que tenía era la cara más dura que el cemento armado. De llegar al polo ni mijita. Estuvo cerca, sí, pero cerca no es en. Piensa en la diferencia entre estar cerca de alguien y estar en alguien (en sentido bíblico, sí). Dejemos, pues a este impostor, que quien de verdad interesa es su acompañante.
Mathew Henson le acompañó en su expedición. A Peary lo colmaron de honores en Inglaterra, a Henson no le hicieron ni caso en Estados Unidos. Claro que Henson era sobrino bisnieto (o algo así) de un esclavo que se ganó la libertad a base de fugarse. Eso es, negro. Se hizo toda la travesía, aguantó las fanfarronadas del jefe y vio el mismo oso pardo cuando se miraron y se dijeron: "De esto, ni una palabra". Lo que le quedó de aquel viaje fue una mano detrás y otra delante. Lo tenéis todo en la wiki. Las desigualdades Norte-Sur se aprecian en estos detalles.
El otro día David mandó el mensaje. La Dirección ya lo había hecho por lo menos un par de semanas antes. Por un lado, Barcelona, industrializada, allí arriba; por el otro, Sevilla, ejem, ahí abajo. Durante el invierno, la hormiguita vive mejor, vale. El mensaje de La Dirección: "Illo, cómo viene el verano". El del David, con quince días de diferencia: "Ahora sí". Imagínate al hombre del tiempo poniendo camisetas de tirantes en lugar de soles y lo entenderás todo. ¿No hay cierta justicia poética en llegar antes alguna vez? ¡Hala, a echarse a las calles!





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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