viernes, 21 de octubre de 2011

Cortejos

Queridas queridísmas y queridos queridísimos,

En tu vida te enamores
de mozo que no ha rondado,
que el que no ronda de mozo
ronda después de casado. (*)

El baile se inventó para arrimar cebolleta. Empezamos casi como si fuera un juego, cuando andábamos pintando las paredes de las cuevas. Tú has visto los dibujicos de Altamira, ¿no? Bueno, por fotos, que ahora deben estar todo el día fregando aquello y no te dejan que lo pises. Nos lo pasábamos pipa allí, con las manos llenas de ocre.

Te explico cómo funcionaba aquello. Vivíamos entonces mezclados los unos con las otras y por la mañana nos reuníamos para ver qué comíamos. "Mamut", decíamos entusiasmados. Tampoco había mucho donde elegir, no te creas. Una vez dijo uno que ensalada de tomate y no sabes el garrotazo que le arreamos. ¿Tomate? ¿En invierno? En fin.

Bueno, el proceso era que dibujábamos un mamut y después salíamos y lo cazábamos, así como lo lees. La de veces que les dije: "Oye, ¿y si dibujamos ya el asado sobre la mesa y nos quedamos aquí echando un trivial?". Ni caso me hacían, que estos eran de comérselo crudo y con las manos.

Lo del baile lo inventamos por algo parecido. Las mozas entonces es que eran de un brusco que ni te cuento. Imagínate, con esa dieta. El color de los labios se lo daban con sangre de oso cavernario, no digo más.

Como nos daba miedo acercarnos así por las buenas, empezamos a rondarlas con disimulo. Que si te digo un requiebro por aquí, que una zalamería por allá... nos pasábamos la vida en un ay. Al Adolfo, que se columpió un poco, le dieron un sopapo que le llegó la cabeza al Pleistoceno. Hasta que descubrimos que con un poco de meneíto lo podíamos arreglar todo.

Dicen que éramos muy de pensamiento mágico entonces, pero hacíamos ecuaciones y todo. Funcionaba tal que así: si pinto un mamut, salgo de la cueva y lo cazo, entonces, si me marco un baile, me meto en la cueva y despeja la X. Hoy rondáis a las mozas con el guasap y qué quieres que te diga, no es lo mismo. Llámame clásico.

Los años fueron pasando y me había olvidado ya del baile del cortejo cuando me mudé a la capital y observé al David V. Villas en acción. Te aseguro que es para ponerle la música de Félix Rodríguez de la Fuente. El tipo levanta los brazos y sabes que va a darlo todo. ¿Has visto el baile de Zorba el Griego? Hazte a la idea de que Anthony Quinn todavía se hubiera podido apretar otro par más de lingotazos y ahí tienes la estampa.

Ahora viene la aproximación. A saltitos se va acercando a la zagala mientras se cimbrea y emite un ruido parecido a un zumbido. Con este sonido envolvente comienza a rodearla e insiste e insiste. Palabrita del niño Jesús que le he visto ligar así. Digo más: un servidor se lo hizo a La María y mira cómo acabó la cosa.

Esta semana he encontrado esto y no lo podía guardar para mí. De verdad que si no lo veo no lo creo. Es, exactamente, el baile que aprendí del maestro. Miles de años de evolución se condensan aquí. Practica, que este fin de semana duermes en compañía:



Para que ensayes más, aquí va la coplilla entera:



Si todo ha ido como debe, ya puedes pasar a la tercera base:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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