viernes, 13 de enero de 2012

Madrid, Madrid, Madrid

Queridas queridísimas y queridos queridísimos

Tus labios sabían a menta
y a la verdad más desnuda
desde que te operaste
saben solo a gomaespuma. (El Fidel, cuando andaba con La Lengua Suelta)

El saludo en Madrid es un artículo de lujo. Ponte en el portal de tu casa, hazte con un compás hermoso y traza una circunferencia de un metro. Todo vecino que queda extramuros de esa línea es incapaz de reconocer tu cara. Aprovecha y atrácale, que le va a echar la culpa a un inmigrante.

Más allá de esa frontera, una pandemia amenaza al capitalino: la tortícolis del conocido, y ríete tu de la propagación del ébola. Esta dolencia provoca una extrema rigidez de cuello cuando se divisa una cara familiar.

El esternocleidomastoideo se contrae, las cervicales se pinzan y cualquier movimiento de cabeza se torna imposible. Como síntomas secundarios, la visión se desenfoca y la mirada se pierde en el horizonte. He visto chandaleros ir a pillar al polígono con más vida en sus ojos.

Ayer estuve viendo la tele. Como sabes, no la veo nunca, apenas algún documental de La 2. Lo que pasa es que no se qué le pasó a la TDT que no la sintonizaba y no me apetecía releerme la trilogía de Javier Marías, así que hice zapping. Vi el principio del Osasuna-Barcelona, Cuéntame cómo pasó, Un país para comérselo y, después, una cosa que se llamaba CHC. ¿CHC? Eso qué es, ¿un insecticida?

Pues no, es un programa que se traduce por "Cómo hemos cambiado". Hemos cambiado tanto que somos supermodernos y llamamos a las cosas de la tele por sus iniciales. Ves la parrilla y parece aquello la composición del Parlamento italiano. Un día de estos van a ponerle flequillo y pantalones de pitillo a las siglas.

La cosa es que hablaban de la vida rural y esas historias. De lo dura que era la vida en el campo pero, a la vez, de lo gratificante y relajada que resultaba. Media docenita de años tendríais que ir a un villorrio a gozar de la tranquilidad.

Aquí en la meseta tus vecinos hacen como que no te conocen; la gente hunde la mirada en el suelo del metro para no cederle el sitio a una anciana embarazada con muletas; los camareros que todavía no llevan una camiseta negra ceñida para demostrar que son actores usan chaquetilla blanca y te dejan muy claro que lo más bajo que puedes ser en un bar es un cliente y bla, bla, bla.

Mira lo que te digo; cualquiera de esas cosas en Madrid me gustan más que un rebuzno en Pedorretas del Río. ¿Será que de pequeño me caí en la marmita de las provincias olvidadas? Puede ser, pero, ¿qué quieres que te diga? MMM. Madrid Me Mola.

Nota: Para la realización de este post no se ha maltratado a ningún moderno. No tengo nada en contra de los modernos: algunos de mis mejores amigos llevan Converse. Tampoco soy de Bildu.



La Dirección se ha mandado la exhibición de posturitas de aquí arriba y me ha dejado con la boca abierta. Encantado estoy. Gracias, jefe.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cojonudo el post sobrino. Como dicen por estas tierras en la que la gente suelta un 'sorry' 2 minutos antes de casi rozarse, I couldn't agree more with you.

Saludemos y sonriamos, y no pidamos perdón. Y además, es gratis!!

Andrés

Er Alberto dijo...

Gracias, tito. Siempre es un placer leer tus piropos y, por supuesto, yo tampoco podría estar más de acuerdo en que estemos de acuerdo.
Salud(os) y risas.

La Dirección dijo...

Pues la Pandemia madrileña de la que usted habla en su blog se debe de estar extendiendo porque... ¿se han dado cuenta que el video Lori Meyers (er de la gente andando pa'trás y eso) está rodado en la ciudad (de provincias) que vio nacer a personajes tan ilustres como Góngora o La Dirección?

Er Alberto dijo...

Si es que, al final, el que es de pueblo es de pueblo, y eso no se quita con jabón (en el caso de que haya de eso en provincias, que ya no recuerdo).

Un abrazo juerte, Dire.

 
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