viernes, 22 de junio de 2012

Un pecho suelto

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Vicios no tengo ninguno,
nada más me gusta el vino,
de los naipes no me aparto
y a las mujeres me arrimo. (*)

"¿Ahora qué pasa, que se ha puesto de moda ir sin sostén?". Esa es La María. Me lo soltó hace unas semanas paseando por Callao, que es una plaza de la capital. A mí hay frases con las que el corazón me da un vuelco. Intenté poner mi mejor mirada de Vicente del Bosque, pero el ojo se me iba a lo Trueba: "¿Cómo dices, querida?", pregunté con vibrato de Serrat. "Eso, que estas frescas salen a la calle medio en cueros".

La María tiene jornadas de vestirse de mantilla. Al parecer, pasó una moza de unos 30 años y 1,65 de estatura, pelo castaño y ojos marrones con una camiseta de tirantes color amarillo pálido, a paso rápido y con la pechuga a su libre albedrío. Supongo, eh, que ya digo que no me fijé.

La mera curiosidad me llevó a hacer trabajo de campo. La genialidad se demuestra en la mejora de lo inmejorable. Al igual que hubo quien le añadió sal a la mantequilla o quien le puso un cordel al monedero para colgárselo del cuello en la playa, hubo un momento en los 60 que cambió el curso de la historia: la quema masiva del sujetador capitalista opresor. Ni en un millón de años le podremos devolver al feminismo todo lo que nos ha dado.

El otro día me pilló La María investigando con los ojos rebotones. Jodo, cómo se puso. "Es por la ciencia, vida mía, por la ciencia". "¿La ciencia?". Te lo escribo normal, pero ella lo dijo en mayúsculas. A esto que empezó a hacer giros de 360º con la cabeza y a hablar en lenguas mesetarias: "anda, mi vieja, ¿tú de qué vas, tron?, ¿no respetas ni a tu piba? Que te ondulen. Taxis, taxis". 


Lo peor, con todo, fue cuando se puso a hacer el pino puente y a hablarme en castellano antiguo:

Villanos te maten, rey,
villanos, que no hidalgos;
 abarcas traigan calzadas,
 que no zapatos con lazo;
 traigan capas aguaderas,
 no capuces ni tabardos;
 con camisones de estopa,
 no de holanda ni labrados;

Seguía en ese plan, que no quiero ni imaginar cómo acababa. Cuando llegó a "ya se partía el buen Cid,  sin al rey besar la mano", pensé que era hora de tomar las de Villadiego. Entonces me cogió por la oreja: "¡En el felpudo!, ¡vas a dormir en el felpudo!". 

"La culpa es de La Dirección", lancé a la desesperada. Me miró perpleja antes de darme otra colleja. "¿La Dirección?". "Eso es, que dice que aunque haya cenado puede mirar el menú" (Lo siento, La Dirección, pero una historia sin un gusano traidor no es lo mismo). Hannibal Lecter en el almuerzo tenía una mirada más tierna.

Le ha cambiado la cerradura a la puerta y ahora me pasa la comida en un sobre: "Para que mires la carta tú también", me sarcasmea. Aparte, en lugar del felpudo de fibra de coco ha puesto uno de alambre. La pena me oprime el pecho. Mi vida se ha convertido en un sube y baja. 



La coplilla de arriba sale de este post sobre música de rock sandunguera.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

4 comentarios:

La Dirección dijo...

La Dirección alega en su defensa:

- Que jamás ha dicho, oído o pensado, semejante sentencia acerca de los servicios que ofrece un restaurante.

- Que cada uno aguante su vela. O como si de una frase sacada de este blog se tratase, "Que cada perro se lama su pijo".

- Que aunque reitero mi desconocimiento absoluto de esas palabras, ojiplático estoy, sigo teniendo cierta estima por el Sr. Trabajador, y he decir en su defensa que seguro que se trataba de una cuestión científica. Economía política. Ganas de descifrar los entresijos del Capitalismo, qué grandes males ha ocasionado... Y a grandes males, grandes remedios. Peor hubiera sido un "wonderbra".

Er Alberto dijo...

La Dirección, hace usted muy bien en utilizar su derecho a réplica. No objetaré nada a los puntos que señala y, como bien dice, que cada perro se arregle con su cacharro. Eso sí, no puedo más que reafirmarme en lo que usted escribe en el tercer epígrafe: ha sido por la ciencia.

Anónimo dijo...

Ciencia? La patafísica sin duda.

Si Max Aub levantara la cabeza (resucitara, malpensad@s) no podría màs que ondularse.

Andrés

Er Alberto dijo...

Tito, igual sería más una investigación tetafísica, aunque el muslamen también daría para unos cuantos simposios. Del señor ese que refiere, qué decirle, ya sabe que hay cosas que levantan a un muerto.

 
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