viernes, 23 de noviembre de 2012

Satán


Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Guitarrico, trompa y gaita
tocaremos con ardor
aunque tu pandero, niña
tocaríamos mejor. (*)

El otro día vi un heavy. No sé si te acordarás de esos zagales. Eran personas como tú y como yo que llevaban camisetas así como de dar miedo. Uuuh, uuuh. Angelitos. Hoy, la verdad, después de siete secuelas de Saw y tres de Hostel, las remeras esas parecen merchandising de Ghost. En fin.

Satán, en aquel entorno, era un 'must'. Y Satán, hasta donde alcanza el conocimiento humano, es más malo que el demonio. La cosa debía tener su punto folclórico, no digo que no, pero ahí que arraigaba en el corazón de los metaleros y no se iba ni frotando con Mecano.

Javi el Largo, que le daba a esos excesos allá por los 90, se encontró la horma de su zapato a principios del siglo XXI. Su hermana había tenido una criaturita y la quiso cristianar. No se le ocurrió mejor cosa que llamarle a él como padrino. En pleno bautizo, el señor cura le mira y, solemne, le interroga: "¿Renuncias a Satanás, padre y autor del pecado?".

La iglesia en silencio, el mozo que se queda boquiabiértico y el cura que empieza a mirarle la melena. Con menos de eso se hizo Ingmar Bergman más de cincuenta películas. El debate interior tuvo que ser desgarrador. Ponte en situación, con un millón de pantalones elásticos y de muñequeras con pinchos en tu fondo de armario. ¿Tú qué hubieras hecho? Lo que hizo él: cruzar los dedos y contestar.

Mucho no se debió fiar el otro, que no ha sobrevivido la Iglesia dos mil años a base de apretones de manos: "¿Y a todas sus obras?" . "¿Y a todas sus seducciones?" .  Chacho, que le faltó encenderse un puro y enfocarle un flexo a los ojos.

Glaciaciones como estas han ido acabando con el conjunto de los heavies. Tampoco le ha importado mucho a nadie. Al fin y al cabo, el 20% de los vertebrados está en peligro de extinción y, con el corazón en la mano, si te ofrecen un koala y un melenudo: ¿a quién te llevarías a casa?

Aún hay quien dice, eso sí, que ser metalero no es sinónimo de drogadicto y/o satanismo. Pues claro que no, compa. Claro que no. Tururú, tururú y tururú, pajarito. La mayor astucia del diablo es hacernos creer que no existe, que lo sepas. No te fíes. No bajes la guardia. Todo es un montaje. Si pones del revés sus trajes de Armani verás que están cosidos con parches de Black Sabbath.





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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