viernes, 23 de abril de 2010

El enfermo exquisito

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Siempre que vuelves a casa
me pillas en la cocina
embadurnada de harina
con las manos en la masa

Vamos a jugar a los médicos, ¿te hace? Guárdate eso, criatura, que estoy hablando de doctores serios. Doy por hecho que esta mañana, plenos de salud, os habréis dicho ante el espejo: "Bueno, otro día más con vida". Igual alguien no se despierta así, vale. Igual alguien debería ver más Los Soprano.
Qué errados estábais, en cualquier caso. Imagina por un momento que estás de excursión: ¿caminas por un valle rodeado de cervatillos hacia una cabaña con vistas al mar o por un pedregal infestado de víboras para llegar a un tugurio con un sucio jergón?
Ahora imagina otro poco. En la mesa hay una selección de suculentas viandas y caldos y una pizza de sobre de Casa Tarradellas junto a un Don Simón. ¿Eliges pizza y tintorro? Bien por ti. El resto estáis de la cabeza.
Síndrome del Gourmet se llama, que lo vi el otro día en la tele. Al parecer ciertas personas prefieren los productos fetén. Esos mismos, supongo, eligen la cabaña con vistas al mar. Muy disfuncional todo, oye.
He buscado el estudio original, sí. Lo que puso a los doctores en alerta es que un tipo al que trataban se había quejado de la comida del hospital. Está escrito en inglés y publicado en Neurology y todo, así que será verdad. Regresa a España un segundo, a la Seguridad Social, con tu médico preguntando: "¿Te ha gustado la comida?". La Sanidad en Zurich debe ser la leche.
Enric González hizo una investigación parecida. Cuenta en "Historias de Londres" que ingresaron a su mujer en un hospital de allí y le pusieron para comer una sopa infame. El buen mozo, muy cortés, se acercó a la enfermera y le insinuó que, quizá, la comida no era de muy buena calidad. "No, claro que no", le dijo la señora, "de hecho, es una mierda". Es otra forma de afrontar los hechos.
Vuelvo al paciente cero. El hombre en cuestión escribió en su diario, después de un tiempo en la clínica: "...sexo, empiezo a echarlo de menos. Y una buena cena...". ¡Tío más raro! Un año después había engordado tres kilazos. Así, en doce meses. Se acercan estos médicos por mi pueblo en Navidad y nos dan las fiestas.
Hay más. Otro enfermo, aparte de aficionarse a la manduca, empezó a tirarle los tejos a las enfermeras. ¡Ejem, ejem! (pausa dramática). Dra. Regard y Dr. Landis, una cosita: ¿han montado todo esto porque les pilló su jefe viendo Benny Hill?





Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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