viernes, 18 de noviembre de 2011

Peregrinación

Queridos queridísimos y queridas queridísimas,

El corzo saltó la cerca
para comer las lechugas;
quíen poseyera sus ancas
para alcanzar tus pechugas. (*)

La Meca queda a 7.488 kilómetros de casa. Lo pone el Google, posible candidato a canonización civil después de Steve Jobs y Guardiola. ¿Hay algún lugar mejor que Google para vivir? Si hubiera un lugar donde hicieras pis y no se te cayera la gotita en el calzoncillo, ese sería Google. Está el tercero en la lista porque los otros dos pretendientes a la santidad ni siquiera hacen pis. En especial, el primero.

Pues bien, si quisiera ir andando hasta La Meca desde la puerta de mi casa, tendría que dar un pequeño rodeo y sumar otros 600 kilómetros más a los siete mil y pico de ir en coche. Total, 43 días y 6 horas andando, según esta gente de Silicon Valley. Si haces la media te salen a unos 190 kilómetros por jornada, así que nada de pararte a mirar escaparates.

Hay peregrinaciones físicas y las hay sentimentales. La Agustina, en Sevilla, te ponía las patatas fritas con las manos. Las sacaba de un barreño azul de los de recoger la ropa y te las servía por un ventanuco junto con un filete empanado. El típico sitio para quedar bien. Antes de esto había estado el Montana, en Jaén, en aquellos tiempos lejanos en que los menores bebían y fumaban en los bares. Palabrita del niño Jesús, que seguro que también estaba por allí.

Después de eso llegó el Savarín. El Savarín era, y espero que siga siendo, el mejor bar de Huelva. Si la guía Michelin hiciera honor a su nombre, le pondría las tres estrellas que indican que "merece el desvío". Salsa, grasa y fritanga a partes iguales dentro de un bollo de pan. Insuperable. De no ser por este local, de hecho, a saber qué sentido tendría Huelva en la geografía andaluza. Dios escribe recto pero con renglones torcidos. Cuento esto para que veas lo despreciables que somos los advenedizos.

Yo, que como con las manos, y ni siquiera me las lavo; que me chupo los dedos al zampar langostinos, que hago sopas sin parar y que, cuando voy a sitios finos, me limpio con el mantel. Yo, que he sido tantas veces vil, como diría Pessoa, voy a una conferencia de Adriá dentro de unas horas. Qué quieres que te diga: cada cual tiene su meca. A la mía se llega en metro.







Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

3 comentarios:

La Dirección dijo...

Pues invite al Sr. Adriá a deconstruir una cumbia. ¡O mejor, que al baile!

Er Alberto dijo...

Lo intentaremos, La Dirección, aunque la cumbia ya está bien como está. Mejor lo del baile. ¡Salud!

La Mavi dijo...

Esos huevos a la americana del Savarín ...

 
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