viernes, 11 de marzo de 2011

Carnaval, ¿dónde te has metido?

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

El Carnaval ya ha pasado,
la feria de las mujeres,
y la que no tenga novio
que aguarde al año que viene.

Rubén Darío era un golfales de los que hacen época. Tú te pones a leer que si la princesa está triste y tal y te lo imaginas escribiendo mano a mano con Michael Landon en La Casa de la Pradera. Tururú, pajarito: le daba al frasco cosa mala. Los modernistas eran muy de empinar el codo, siento ser yo quien te lo diga.
Un día, paseándose por la Casa de Campo de Madrid, se topó con una mozuela. Tú, que tienes mundo, pensarías que se acercó a hablar con ella para seducirla. ¡Cómo se nota que no eres un vate! El mozo se fue derechito a casa de los padres, que eran los guardeses, y después de pegarse un arreón de anís, les pidió la mano de la hija. Los progenitores echaron un vistazo alrededor y vieron que tenían más prole que sillas, así que le dijeron: "Bueno, vale". Por poco si se casan allí mismo.
Luego resultó que tenía otra mujer en Nicaragua, producto de una boda a punta de escopeta, y que con el tiempo lo reclamarían por allí. Otro día te cuento esa y la de cómo se pelearon por su cerebro cuando estiró la pata, pero vamos a lo que vamos, que es la lírica. Seguro que te acuerdas de esto:

"Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver
cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer".

Eran aquéllos tiempos pretéritos, en que los tomates sabían a tomate y los pollos a pollo. Ahora, con eso de que se los puede zampar cualquiera, como que han perdido sabor. Pues bien, resulta que el carnaval se ha ido y, al menos yo, no sé cómo ha sido, así que La Dirección me ha dado un toque.

-"¡Ejem, ejem! ¿Es que aquí ya no se respeta nada?".

Y me ha mandado la coplilla que abre este post y que cantaba su madre cuando andaba casadera. La Señora, así con mayúscula, cuenta que por aquel entonces las mocicas tenían que llevar la cara descubierta y las rodillas tapadas en esas fiestas: "Después ya no, después ya cambiaron las cosas".
Uno se acuerda en ese preciso instante de los carnavales de Río de Janeiro y piensa que sí que son distintas, sí. Así que cuando va al supermercado mira los pollos, y luego mira a las mozas, y después se acuerda de los pollos de antes, y de las mozas de antes, y se queda pensativo. Entonces se dice "¡qué diantre!", y coge una bandeja de chuletas de cerdo y se aleja silbando "La chica de Ipanema". Bien que lo dicen Les Luthiers: cualquier tiempo pasado fue anterior.



(Esta de arriba es otra recomendación de La María: Muchas gracias y muchos besos, guapetona)



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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