viernes, 25 de mayo de 2012

Madrugá

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Un baturro que era rico
se puso a estudiar francés,
y siempre decía maño
en vez de decir mesié (*)

La primera vez que uno se topa con cuarenta vírgenes se queda desorientado. El cerebro, confuso, intenta discriminar información. ¿Dónde estoy?, piensas:

a) En el paraíso musulmán y me han robado 32 doncellas.
b) En un colegio, a punto de ser detenido por la policía.
c) En un bar de Sevilla.

Sin desmerecer las dos primeras opciones, la respuesta es 'c'. La cosa es de susto. Las tascas hispalenses están alicatadas hasta el techo con fotos de imágenes de la Semana Santa. El parroquiano habitual es el capillita, una persona capaz de saber, por ejemplo, ¿qué peana de paso de Virgen es igual a la canastilla de un paso del Cristo del Misterio?

El sevillano medio es capillita. El sevillano entero también. El más ateo de los indígenas de allí sabe más de la Semana de Pasión que el obispo de Valladolid. Puedes hacer la prueba mirando el armario de cualquier amigo tuyo del lugar. O hay un traje de nazareno o hay una corneta. Si no hay ninguna de las dos cosas es que está ensayando con la cofradía.

El día grande, grande, es la Madrugá, que es la noche del Jueves al Viernes Santo. Ahí se pone toda la carne en el asador y salen la Macarena, el Gran Poder y la Esperanza de Triana. Esto es como si en tu pueblo tocan los Rolling, los Beatles y Led Zeppelin a la vez. Solo que a tu pueblo iría menos gente.

Lo más hermoso de todo es la espera. Los bares fetén anuncian en un cartel el tiempo que falta para que llegue la Madrugá de un año para otro. "Quedan 363 días", "Quedan 215 días", "Quedan 4 días" y así, siempre presente. Pues bien, La María los ha superado a todos de largo.

La moza cumple años mañana. Lleva unos tres meses recordándomelo, vaya a ser que se me pase. No sabes tú cómo es para esas cosas. El otro día soñé que estaba ella en casa con una camisa roja, un teléfono y un casco de guerra: "Alguien va a cumplir años pronto". No es para culparla. Ha llegado muy lejos con la insistencia.

Sospecho que le hace ilusión, así que voy a aprovechar para felicitarla, que me estará leyendo. Ahora que, mientras llega el sábado, voy a vivir en un 'ay'. Después de mezclar en un post a unas vírgenes con su natalicio y sabiendo cómo se las gasta: ¿será esta noche una madrugá de tragedia... o una madrugá de Pasión? Felicidades, querida.



La María se ha mandado esta coplilla de arriba. Se está volviendo una clásica con la edad. Mil gracias por el temazo.



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

1 comentario:

María dijo...

Jejeje, me ha encantado el post. Y más todavía el enlace al post del año pasado, que se me sale la lagrimilla cada vez que lo releo.
Besote y gracias guapo!

 
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