viernes, 16 de enero de 2009

Un crack

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Pichi, pirrisqui, chirrisqui, botera.
Quiero bailar una jota.
Pichi, pirrisqui, chirrisqui, botera.
Una jota castellana, una jota comunera.

Grácil, elegante, sensual. Así es él. Sus pies no se desplazan por la pista de baile, no. Sus pies dibujan la música. Paso a paso, compás a compás. Una corriente eléctrica te sacude al ver sus movimientos. Medidos, precisos, cercanos. Como el Baryshnikov en sus mejores momentos: Fernando Romay. Lo que hacía en la cancha es un juego de niños. Desde el viernes pasado, lo tengo en un altar.
El viernes pasado fui a mi primera clase de baile: swing y rock and roll. Mi profesor me hablaba, pero sólo pensaba en él, en parecerme un poco a él, por favor. Mi profesor me gritaba, pero seguía en mis ensoñaciones, admirando su soltura, su dejarse llevar. Mi profesor se reía, lloraba, se desesperaba. Todo en vano. Ya tengo a mi ídolo. Ojalá algún día llegue a ser como él. Va a ser un camino duro, pero ¡qué grande, ser el más grande!
Hoy toca la segunda clase. Si alguien quiere apuntarse, será un placer pisarle los pies. ¿Bailas?



¿Aún no te decides?



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos, leñe!

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