viernes, 16 de diciembre de 2011

El día que me miró Nacho Vegas

Queridas queridísimas y queridos queridísimos,

Cuando me parió mi madre
yo acababa de nacer
y a los quice días justos
ya tenía medio mes (*)

Ese jueves los hombres caían del cielo. No te pongas en modo vicio, que te conozco. El 24 de octubre, después de siete meses de altibajos, la Bolsa de Nueva York hizo crack. Era 1929 y muchos millonarios apagaron su puro, dejaron la chistera sobre la mesita de noche y saltaron por la ventana de sus rascacielos. El martes siguiente las cotizaciones hicieron catacrock. El resto, ¡Jeróooonimo!, fue lo de la Gran Depresión y esas cosas.

Yo oigo Gran Depresión y se me aparece Nacho Vegas ipso facto. ¿Te lo imaginas riendo? Debe transmitir la misma paz que el Joker. Un momento, que te lo presento:


Aquí Nacho Vegas, en el papel de Joaquín Reyes.

Ayer me debió mirar Mr Vegas de camino para la faena. En cuestión de una hora me dieron un discurso sobre la crisis y sobre mi trabajo que casi me creía Steve Jobs. Chacho, poco más e invento el Iphone6 así sobre la marcha (el 5 es que lo está desarrollando Guardiola en los descansos de los partidos). Tú, que tienes mundo, ya sabes lo que pasa hoy cuando sumas crisis y trabajo en una misma frase, ¿no?

Por una vez en la vida, tenía una bala en la recámara y yo he visto muchas pelis de Clint:
"Ya sé lo que estás pensando: “¿he disparado seis o sólo cinco veces?” La verdad, con todo este ajetreo yo también he perdido la cuenta, pero dado que esta pistola es una Magnum 44, el arma más poderosa del mundo, que puede volarte la cabeza de un tiro, sólo tienes que responderte a ti mismo: “¿es mi día de suerte?”
Diez minutos después, estaba llamando a otro curro. Era casi mío. Once minutos después comprobé que había disparado seis veces.

Nacho Vegas no sólo me había mirado, pa mí que hasta sonreía. Como tengo vértigo, en vez de saltar, me fui a casa. La María llegó pronto, me echó un ojo y me llevó al bar. ¿Tú qué miras?, le dijo al Nacho. La que se lió. En un par de horas le habíamos borrado la sonrisita de la cara. A caña limpia.



Esta semana han llegado unas cuantas sugerencias. El Miguel se ha desmarcado con un poco de tontipop. Quien diría de este señor con esos pelos que le iban a gustar esas cosas. En fin, a los raros también hay que quererlos. Además, me regaló un par de libros de coplillas que todavía no han aparecido por aquí, pero que lo harán. Así que gracias por partida doble:



La Olga se pone la peineta y la mantilla, que le iban a quedar la mar de bien, y se manda esto. Esta también es rara que te pasas, pero muy querible. Otro millón de gracias. Se te va a echar de menos



Actualización: La María me acaba de pasar esto, que viene que ni pintado. Hoy es día de abundancia. Bajad el volumen:



Besos a tutiplén.

P.D.: ¡Todos somos Blanco Herrera!
P.P.D.: ¡Más besos leñe!

5 comentarios:

La Mavi dijo...

Me encantas con tu mirada de Nacho Vega ¡aunque sólo sea para ver cómo se te borra en un plis a la primera ocurrencia!

María dijo...

Es inquietante ver en el vídeo cómo llueven los hombres con una gabardina, un slip brillante y unos calcetines de deporte... Pero más inquietante es Nacho Vegas mirándote, por supuesto.

La Dirección dijo...

¿Para cuándo un Celebrities de Nacho Vegas interpretado por María Jiménez?

Anónimo dijo...

Kiyo, el xcoles ahí estaremos para hacer unas remezclas del tristón Vegas con el fantástico combo de Fernando Esteso y la pachanga del tio Honorio. Encontraremos al Blanco Herrera descojonándose y embalsaremos al eremita Jobs. Oleoleole.

Andriu

Er Alberto dijo...

La Mavi, la mirada de Nacho Vegas es como la de los cuadros esos cochambrosos: te va siguiendo por donde vayas. Al final es mejor no ecarle cuentas.

La María, igual venían de hacer deporte y no se querían enfriar. Totalmente de acuerdo con tu última frase.

La Dirección, ahí tiene una idea para un corto en contra de las drogas (cuánto mal ha hecho en esas mentes).

El Anónimo Andriu. Miedo nos está dando. Llevamos toda la semana con sesiones de entrenamiento y esperamos estar a la altura, aunque no hay partido fácil.

 
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